El Diario no Hablaba de Ti

Clases de vuelo

Cuando se paran los pies, ¿No deberían crecer las alas?

Sintonizando con el recuerdo

Intento driblar en estas tardes de nubarrones grises oscuros las visitas improvisadas de la Señora Melancolía. Mis jornadas laborales se me pasan rápidas entre realizar las tareas propias de mi puesto, conversaciones de oficina y escapadas al exterior.
Todo sería perfecto de no ser por la banda sonora que me acompaña durante las ocho horas, que si de por sí, ya es duro el baño en almíbar de las canciones, la poca variación y el eslogan “enamórate” va a hacer que un día de estos me dé una alarmante subida de azúcar.
Y sólo es necesario el pequeño empujón de Kiss fm, el resto ya lo hago yo sola, volver a ver su nombre en la pantalla de mi teléfono me desbarata, y convierto mis tardes en reflexivas contradicciones.

Afásicas palabras

Últimamente mis frases no me salen premiadas, sigo buscando, pero no encuentro más que torpeza en mis palabras. Se tararean en mi cabeza una y otra vez, suenan a melodía desacompasada. Contestaciones desafortunadas. Hasta mis silencios son ridículos.

Buena persona

Estoy hasta las glándulas mamarias de que me llamen “buena persona”, si, porque lo que puede parecer una de las mayores virtudes, a mi me parece la peor de las desgracias.
Ser “buena persona” me parece de gilipollas en los tiempos que corren, y odio esas miradas piadosas que parecen que te acarician el lomo.
Y no me intentéis engañar, sé de sobra y por experiencias vividas en alguna cuarta fase que la gente no se enamora de las buenas personas, sólo servimos para que nos “quieran como amigos”, ser los perfectos vecinos o los buenos ciudadanos que reciclamos y paramos en los pasos de cebra.
No me lo volváis a llamar, porque la próxima vez me vengaré, y os podría enumerar una lista de sutiles, malévolas y originales venganzas, pero no lo haré, porque avisar es de buenas personas.
Sed buenos.

Comienzos difíciles

Nació con prisas, llegó un mes antes. Pruebas, diagnósticos y una operación en la que ya, tan pronto, se lo jugaba a vida o muerte, y ganó.
Bienvenido a la familia pequeño.

Elixir para el alma

El bar del desengaño no cierra, puedes alimentar tus penas con cualquier licor, los vasos se apuran como las horas, y los hielos se derriten como los corazones usados.
Siempre hay una sonrisa amable dispuesta a escuchar, una barra dónde descansar, una botella que abrazar, un escote que mirar, una música que tararear.
Acude allí si estás solo, si tus días son del color de la ceniza, olvídate del decoro.
Abriga tus noches, desnuda tus días, riega la melancolía.

Lady Chatterley

Sábados de chandal

Hoy podría haberme puesto el chandal para hacer todas estas cosas, si lo tuviera, y si no lo asociara a uniforme de fin de semana de parejas que ya no arden.

Antes de desalojar mi habitación pienso que es necesario ordenarla, abrazo cuál pulpo la montaña de ropa que hay en el sillón de mi habitación y la deposito en el cubo de la ropa sucia, a grandes males remedios rápidos. Comienzo a llenar cajas con maquetas de motos, libros, cd’s, e infinidad de cachivaches no sin antes maldecidme cienes y cienes de veces por tener la habitación tan repleta de cosas.

Llegan a casa mi prima y mi tía a por una mesa de ordenador a la cuál ya no le damos utilidad, marujeamos, nos tomamos unos zumos y la despedida se ha alargado a ‘’nos fumamos otro cigarro y nos vamos’’ un cuarto de paquete de tabaco.

Sigo a mi tarea y me voy encontrando cosas que ni recordaba, y que no voy a detallar porque me duelen mucho los brazos.
No me voy a entretener más en estos preliminares, el resto ha sido ‘’ mojar, extender, y vuelta a empezar’’, y de esta forma hoy, ha caído para mi el mito de Barrio Sésamo.

Una vez eliminada la pintura de mi cuerpo he ido a hacer una prueba de frenado con mi padre, que no le ha dado importancia a que me chirriaran los frenos, pero después de ponerme neurótica y decirle que no podía apretarle al taller 300 euros cuando me quede sin pastillas, me cargue el disco y forme fuegos artificiales cuando pise el pedal, ha accedido a mañana hacer una revisión más exhaustiva.

Luego he ido al carrefour a comprar supuestamente un enchufe, unas bombillas y café, porque por línea de caja ha pasado un DVD, unos cd’s vírgenes, un desodorante (Por cierto, ruego a los fabricantes de desodorantes MUM que vuelvan a fabricar el Botanicals de Cassia porque es el único que me gusta y no encontrarlo me cabrea fuertemente) y el café.

Moraleja del día: Sed minimalistas y no acumuléis objetos inútiles, los encuentros en familia perjudican seriamente a los pulmones, compraos paredes desechables que no haya que pintar, llevad el presupuesto limitado cuando vayáis a comprar y acumular tantas reservas de vuestro desodorante como podáis.

Misiones por mail

Buenas tardes Cactus:

Las calles de Townsville están asediadas por mi ejercito de robots, y el alcalde y tus dos compañeras Pétalo y Burbuja (Graciela Garta y Deborah Ombres) están atadas a un tronco en el aserradero de Townsville.
Sólo tu puedes salvarles. Llegas al ordenador principal de mi cuartel general, pero para desactivar los robots y parar las sierras del aserradero el ordenador te pide que resuelvas un acertijo:

''¿Qué hacen mil negros en Castilla?''

Ahora es tu turno para resolverlo.

Atentamente,

Mojo Jojo
(tus excompañeros de Sala)

Estoy en racha

Hoy he recogido mi copa de Grimberguen para el café y mi boli roto de las supernenas y me he mudado al departamento de enfrente algo cansada de tener que volver casi a empezar, la culpa la tiene una moneda de un euro, de la cual elegí cruz y cruz salió, hubiera preferido que se tomara la decisión jugando a dobles al puzzle bubble o al pañuelo por el pasillo... no sé cómo querrá que me vaya el aciago destino en mi nueva ubicación pero creo que este es el momento justo para hacer esa visita al Casino que tanto llevamos planeando o al menos, echar la primitiva.

''Piruletas''

Ayer me la regaló Moravia, el otro día me regaló Glory un icono para el msn con una imagen parecida, no sé si es sólo un presagio pero creo que algo grande se acerca…

Regresión infantil

Hubo una temporada que jugué en silencio, iba por casa de puntillas, no se podía hacer ruido ni levantar la voz. Siempre jugaba con barbies, nancys y barriguitas, aunque yo no quería, a mi me gustaban más los coches y los clips de mis hermanos, pero ellos no me los dejaban porque no aparcaba los cochecitos bien. Acabé enrollando a mi Barbie Cristal con el Madelman de mis hermanos, ya que Ken nunca me inspiró mucha simpatía.
Hubo un tiempo en que nos entreteníamos con nosotros mismos y nuestro entorno, nos metíamos debajo de la cama de mis padres y nos imaginábamos que era una nave espacial, nunca la piloté. También alineábamos las sillas como si fueran los asientos de un coche y hacíamos largos viajes, nunca conduje. Nos cortábamos el pelo, a mi me tocó el perro, pero era una mezcla de bóxer y su pelo corto poco juego me daba, a ese mismo perro le rociamos sin miserias el mejor perfume de mi madre de Yves Saint Laurent porque era el que de más baja calidad nos parecía por el olor, nos castigó, sin postre supongo.
Luego me volví una repipi asquerosa, que se subía en los tacones de mi madre e inventaba coreografías, obligando a toda mi familia a que me hiciera de público y se deleitaran con mis contorsiones al ritmo de ‘’Venus’’ o ‘’Buscando en el baúl de los recuerdos’’, por eso no voy a reprochar que mi hermano casi mellizo me escupiera el agua en la mesa, me clavara un tenedor en el brazo, quemara mi pelo y me rompiera algún diente. Aunque lo de que gastara las pilas a mi Nancy rockera la noche en que me la regalaron y yo me encontrara al día siguiente que no se movía, me cuesta más perdonárselo.
Hoy al echar el cerrojo de la puerta del baño (costumbre poco habitual) he recordado las horas que pasaba encerrada en el baño huyendo de sus puñetazos mientras él me hacía guerra psicológica desde el otro lado de la puerta con amenazas, torturas musicales y apagando y enciendome la luz a su antojo.

De palo

Con ánimo cansino, veo lo que me rodea con algo de asco, todo me suena a hipocresía, a querer venderse, a disfrazar la verdad. No os entiendo.

La chica de la consola

Cuando levanta la vista de la pantalla ve a la gente pasar por el pasillo, parece una pasarela de oficinistas. En su pecera, a la vista de todos, se imagina pasando por ese pasillo siendo una de esas personas para poder verse desde afuera y tener la imagen real de ella misma desde otros ojos.
Desde dentro de la jaula de cristal ve cómo sus observados corrigen las posturas al notar la mirada, algunos la devuelven y se pierde tras un saludo con la mano, los que se cohíben de devolverla la llevan consigo, y a algunos hasta parece pesarles, tanto como los parecidos razonables y apodos que adjudica con sus compañeros a todo ser vivo que pasa por allí.
En su escaparate a veces se siente como una mujer de vida alegre del Barrio Rojo, pero con el gesto de un cachorro que espera que le saquen de la vitrina y le lleven a algún hogar. Disfrútenla por unas horas o llévenla a casa y nunca la abandonen, la luz artificial la está volviendo loca.

Aparca a tu vecino

Estimado vecino del bloque de enfrente:

Comprendo que llegar a la jubilación deja mucho tiempo libre, pero creo que hay muchas actividades más ociosas y lucrativas que ordenar el aparcamiento de nuestra calle, ya que no creo que ni el Ayuntamiento ni yo en particular se lo agradezcamos.

Que ya tenga hasta controlados mis horarios y me vigile desde su ventana no me va a disuadir de aparcar dónde yo quiera, y que me asuste asomándose a mi ventanilla para que aparque como usted quiera tampoco, a pesar de que me grite.

No me sorprendería que uno de estos días me encontrara los sitios delimitados por marcas verdes y azules pintadas por usted y verle pasando la gorrilla al más estilo parking de playa.

Como no creo que tenga dos BMW y dos Mercedes que aparcar en la puerta de su casa, le ruego que me deje aparcar a mi real gana ya que hay sitio para todos.

Por último advertirle que de cualquier desperfecto que me encuentre en mi vehículo le haré responsable, así que nada de rayar con la llave del portal la chapa ni de pincharme las ruedas con la navaja toledana, que le veo las intenciones en su desencajada mirada.

Sin más, me despido no sin felicitarle las Navidades por adelantado, ya le haré llegar una tableta de turrón del duro para que se entretenga.

Un cordial saludo.

La de la ‘’L’’.

Como cualquiera

Mis domingos serían más leves si tuviera una cometa que volar, como yo quiero y algún día tendré.
A veces pienso en teñirme el pelo de color rojo, como tú querías y yo nunca hice.
Y ahora voy consiguiendo pasar más impasible a todo, como él me insinuó y yo intento.
Que el mundo cambie sin preocuparnos de cambiarnos, como nosotras pretendemos y no conseguiremos.
Algún día ordenaré mis cosas y mi interior, como vosotros insistís y yo nunca escucho.
Encuentro sentimientos en miradas, como ellos también las buscan, y sostenemos conversaciones con los ojos.

Tréboles de cuatro hojas

Sin la luz de tu sonrisa me encuentro desconcertada.
Y no me refiero a una sonrisa cansada, irónica o torcida, sino a una sonrisa abierta… la que acompaña a unos ojos felices.
A veces la echo de menos…
No sé cómo pero quiero que vuelva.
Es muy difícil encontrar compañeros que compartan tu camino. Tú siempre has sido la mía. Con una mirada nos han sobrado las palabras…incluso la gente que nos rodeaba.
Los tréboles de cuatro hojas escasean.
Tú eres mi trébol de cuatro hojas. Me siento afortunada de ser una de las pocas personas que tienen uno.
Gracias por estar a mi lado.
Te quiero niña.

¿Lo recuerdas Grache? Me lo enviaste el 16 de Agosto del 2002 cuando yo había tocado fondo. Lo escribiste porque habías conseguido para mí un trébol de cuatro hojas, que luego perdiste, siempre veo o recuerdo tus despistes con una sonrisa dibujada en mi cara…
Llevé encima tus letras durante mucho tiempo, y todavía, después de más de un año, tengo que contener las lágrimas cuando las leo.
Por si no te lo he dicho, gracias.

Piscinas de incredulidad

Me encontraba esperando en la cola de la ducha (últimamente no hago más que esperar colas…) y el abuelete ha pasado por mi lado y me ha mirado fuertemente, ha hecho un cambio de sentido y se ha situado a mi lado:
-Abuelete: Es usted una señorita preciosa.
Yo he sufrido una ligera arcada.
-Abuelete: De verdad, es que tenía que decírselo. A mi no me gusta ir de viejo verde…
Sus frases me han llegado a ráfagas ya que la altura del susodicho era la misma que alcanza mi desodorante, me he ajustado el gorro hasta los lóbulos de mis orejas, cortesmente le he dado las gracias y le he recomendado a mi óptico. He saltado a la ducha para que el agua resbalara el malestar y la incomodidad que me producen los piropos.
Y esto ha sido lo más destacable de mi primer día de vieja cabaretera en la piscina.

Tengo frío

Tengo frío, he apartado ya las sandalias, los tirantes y demás atuendo estival, ahora me faltan ganas y motivación para guardarla hasta el siguiente verano.

Tengo frío, y es que madrugar con el fin de esperar una cola de tres horas a la intemperie para conseguir matricularme para hacer de cachalota en la piscina cubierta no es propio de mi. (Menos mal que me he aliado con un par de marujas y hemos hecho que nos guardaran la vez mientras desayunamos relajadamente en un bar)

Tengo frío, mi odio hacia el secador cuando empiezan estos días grises pinta en comenzar el otoño con mi amargo amigo frenadol.

Tengo frío, en el trabajo el aire acondicionado sopla fuertemente, todo para que las maquinas no se recalienten (no sé si las humanas o las de alta tecnología). Si tengo que morir allí prefiero que sea asfixiada por el halon en un incendio que congelada.

Tengo frío, y cuando el invierno dibuje hielos, me encantaría poner mis pies gélidos en tu estómago, mientras nadie quiere salir ahí fuera.

Los Blogs y la Libertad de Expresión

La noche que comencé este blog me fijé en ella mientras me fumaba el último cigarro del día en la ventana.
Me impresionó esa visión cautiva de libre y a la vez indefensa, esa desnudez que llega a doler y esas mil historias que sugiere.
Y quise ser como ella, quise expresarme sin ventanas ni cortinas ni persianas, quise no tener muebles con los que tropezar, quise respirar tan hondo como ella, quise que la gente me mirara como a una locura transparente.
Aún hoy la sigo mirando por las noches mientras consumo mis días como mis cigarros, y aún hoy, me sigue pareciendo a mi manera, que ella es la libertad, y yo sueño con tener su expresión, antes de que, un día cualquiera, la censuren… y este blog llegue a su fin.

(Segundo Post Global de Zona Libre)