El Diario no Hablaba de Ti

La chica de la consola

Cuando levanta la vista de la pantalla ve a la gente pasar por el pasillo, parece una pasarela de oficinistas. En su pecera, a la vista de todos, se imagina pasando por ese pasillo siendo una de esas personas para poder verse desde afuera y tener la imagen real de ella misma desde otros ojos.
Desde dentro de la jaula de cristal ve cómo sus observados corrigen las posturas al notar la mirada, algunos la devuelven y se pierde tras un saludo con la mano, los que se cohíben de devolverla la llevan consigo, y a algunos hasta parece pesarles, tanto como los parecidos razonables y apodos que adjudica con sus compañeros a todo ser vivo que pasa por allí.
En su escaparate a veces se siente como una mujer de vida alegre del Barrio Rojo, pero con el gesto de un cachorro que espera que le saquen de la vitrina y le lleven a algún hogar. Disfrútenla por unas horas o llévenla a casa y nunca la abandonen, la luz artificial la está volviendo loca.