Tras hacer el desnudo integral y ponerme la bata el chico me dice que me esté quietecita y tenga una respiración relajada mientras me coloca unos cascos y me tumba.
Me introduce en el cohete y hago la cuenta atrás intentando no ponerme nerviosa, mi postura es incómoda y esto no ha empezado, intento relajar lentamente las piernas para acomodarme.
La situación me recuerda a una redacción que hice hace unos doce años en la que era enterrada en vida, esto parece un nicho, dejo aquí escrito que el día que os abandone me incineréis.
El martilleo de fondo ahora es acompañado de una taladradora, me concentro en los sonidos que hacen y pienso que un bacaladero allí sería feliz.
Intento relajarme pero noto que mi respiración se acelera y mis músculos se agarrotan, no lo consigo, intento pensar en cosas bonitas, me imagino en los lugares que me gustan desiertos para mi, reestablezco pulsaciones.
Pienso en ti, en ti y en ti también, me pregunto que estaréis haciendo mientras yo recibo radiaciones.
Los ruidos comienzan a ponerme nerviosa otra vez y empiezo a temerme que el chico se ha olvidado de mi, comienzo a especular sobre el diagnóstico que me harán, me regaño por ello.
Pienso en todas las personas que han estado aquí metidas, es algo que también me pasa en los hoteles, me imagino a la gente que habrá pasado por mi misma habitación.
Se empieza a mover y veo la luz del exterior, el chico me recibe con una sonrisa y me dice que en veinte días estarán los resultados de la resonancia en mi traumatólogo.
Me visto algo mareada, salgo y no hay nadie esperándome, no he querido que nadie me acompañara, a veces no me explico esta soledad buscada que me gasto. Me molesta la espalda, quiero que se acabe ya este dolor.
A pesar del frío y de la apatía que lo inunda todo, la Srta. Vainilla nunca desaprovecha una vueltecita por su venerado Madrid nocturno de entre semana al salir del trabajo.
Había quedado en el Vips de Neptuno con sus acompañantes, mientras espera compra un par de libros para saciar su consumismo compulsivo.
En la cena, ya se intuía el pasotismo de los empleados, que casi había que pedirles por escrito y con orden judicial.
Aparecieron con la cuenta a los quince minutos de pedírsela, mientras hacían sobremesa el platito marrón aguardaba que alguien cobrara, pero las llamadas a los camareros eran ignoradas por éstos, de forma la Srta. Vainilla y sus acompañantes se levantaron, recogieron el dinero y se marcharon.
Al salir, la Srta. Vainilla se cruzó con la encargada, de la que se despidió con un “Hasta luego, gracias”.
Es ese tipo de personas con “efecto cámara”, no puedo dejar de mirarle. No sé cuantos días lleva por aquí pero me temo que le faltan pocos para irse. Es uno de los chicos que nos están cambiando el sucedáneo del gas halón.
Su gesto cansado y ese aire de tipo duro hace que todos los días me plantee secuestrarle, por desgracia sólo me ha utilizado para que le esperase a abrirle una de las puertas de acceso mientras él miccionaba.
Me pido reencarnarme en una bombona de halón.
Esto es un trabajo de mi compañero de fatigas laborales y servidora, espero que disfruten con ello y apliquen sus conocimientos de arte con éxito.
Años antes de tener mi primera menstruación mi madre organizó una charla de esas de mujer a mujer a pesar de mi corta edad, cuando comenzó a explicarme el por qué del periodo yo la corté (ya he comentado en otras ocasiones que fui una niña repipi y listilla de sobresalientes) y le dije que ya sabía lo que era porque lo había visto en la televisión en El Pájaro Espino.
El día que me hice mujer fui incapaz de mantener la compostura con una compresa entre las piernas, la gente me preguntaba que qué me pasaba cuando me veían andar, y hoy, aunque la higiene femenina ha evolucionado, sigo sin estar cómoda en “esos días”, aunque los publicistas de compresas y tampones parece que se creen que la hemorragia la tenemos cerebral, preguntarse qué vas a hacer hoy si te baja la regla o que el bolso de la Natalia Berbeke esté lleno de compresas me parece de lo más lamentable y patético, pero ellos siguen apostando por una menstruación Flower Power cuando en realidad es algo más parecido a El Grito de Munch.
En fin, que no me acostumbro, que quiero soluciones, quiero ser ya una menopausica.
Gracias por esta dulce resaca a
Mis gatitas parías y trío cowgirl: Princesa y Grache
A los que nos administran y nos traen el pan a esta casa: P. (o el chico con el nombre en el bolsillo), Roge excelente anfitrión y soberbio Choped, y Joshua el reportero gráfico más dicharachero.
A los tres pantomimos asistentes: Rafa (o ponte la pegatina más abajo), Leo (nos faltó la canción) y Ed Bueno (encantador compañero de Lucky y trapicheos de regalos Passport)
A Xabe (y nuestras elecciones de pareja para la noche), a Rainbow Warrior (y nuestro café pendiente por su examen de miércoles) y a Próximamente.
A los fugaces Somo, Irene, Germán y Tanita, que ni a punta de pistola.
A nuestro particular Borja Mari y a la novia de BorjaMari y esos duelos que nos echamos en mitad de la noche.
A Gon y al doble de Fur Fur.
A mi Moravia y Paúl (ni a favor ni en contra) por su breve pero intensa visita.
A los del mono y el casco.
Al grupo de chicos que había en la entrada que no recuerdo de quién eran amigos.
Y a todos los que me haya dejado en el sombrero.
Cuando queráis repetimos la velada, me ha encantado conoceros.
Hacía mucho tiempo que no veía amaneceres al despertar.
Me hubiera gustado alargar el brazo y poder trazar yo líneas y garabatos en el cielo.
Me pasé horas observándote dormido, siempre me ha gustado guardar en la retina las siluetas dormidas que me dan la espalda.
La luz de las farolas se filtraba por la ventana dejándome estudiarte al detalle. Me abracé a ti y acoplé mi pie derecho entre los tuyos. Te canté al oído la canción de las noches perdidas, me di la vuelta y me dormí con la tranquilidad de que si me despertaba de madrugada, todavía seguirías allí, roncando, y supe que esa no era la vida que quería.
Hola.
Me presento.
Soy la voz de la conciencia de la Srta Vainilla.
Como imaginarán ustedes, compartir habitáculo con ella no es sencillo. Los que piensen lo contrario, imaginan mal. Soy la que obliga, la que recomienda y sugiere y, en ocasiones como ésta, soy la que ejerce de recadera de la que decide y firma (también, en contraposición, la que no fuma, ni bebe, ni mira el trasero de los chulazos de discoteca).
Mi aparición fugaz (porque no me dejan más espacio para el protagonismo, y fíjense ustedes que traía preparada una performance y un maletín de la srta Pepis) se reduce a anunciarles que la Srta Vainilla no va a poder acudir a su cita diaria con ustedes durante un tiempo debido a ciertas dolencias físicas. Pero no se preocupen, y abandonen cualquier indicio de pesadumbre. Promete volver, antes o después, y sobretodo, cuando menos se lo esperen.
Les emplazo hasta entonces. Un saludo.
No está dormida pero no despierta
No está perdida pero no se encuentra
Así mueren las rosas por no dar su belleza
Como el arco al violín
Como el verso al poema
Se hace preguntas que no contesta
Siembra semillas que nunca riega
Le abriría los ojos y le haría promesas
Como el asno a la flor
Como el viento a la piedra
Aunque no quiera brilla
Si se esconde se muestra
Y conmueve el acero
Cuando toca sus cuerdas
Como el asno a la flor
Como el viento a la piedra
¿Para qué hizo la miel si en su boca se seca?
Ahora me tiene como a una presa
Como un disparo entre las cejas
Como un día de sol cuando no hay agua cerca
Me ha llenado de luz y también de cadenas
Armen escándalos, intenten matar a su madre, a su perro, destrocen el coche a su hija, amenacen a toda su familia y háganles saber lo que es vivir con miedo, porque la medicina les dará una palmadita en la espalda y ustedes no serán una persona con trastornos psiquiátricos, sencillamente serán una persona mala, y en libertad.
No lo logro entender, paren esto que yo me bajo.
¡Ah! Mi traumatólogo hoy me ha dicho que cree que estoy herniada, a pesar de ello le he deseado que tuviera un buen día, me temo que tendré que buscar a algún peregrino inconsciente y caritativo que me lleve la mochila cuando haga este año el Camino de Santiago.
Necesitamos una pegatina para los coches de las GATAS PARÍAS.
Envíen sus diseños gata paría o gatita paría a viejacabaretera@eresmas.com
Al autor/a del diseño elegido será invitado/a a una cena de la amistad con las tres, sin hacernos responsables de los traumas que podamos ocasionar.
Gracias por anticipado a todos los seres humanos que dediquen su tiempo a esta buena causa.
- Son ocho con cuarenta y cuatro.
Le entrego diez euros.
- ¿Tiene los cuatro céntimos?
- Si, un momento.
Rebusco por el monedero y le pongo en la mano tres monedas de un céntimo, encuentro una de dos céntimos y se la cambio por una de uno.
Me entrega el ticket junto con el cambio y le doy las gracias.
- Gracias a ti. ¡Uy! Perdón, a usted.
- No, mejor a mí.
Me alejo de la línea de caja arrastrando los pies y la mirada, a que el cielo me siga meando faltándome al respeto. Todo el día, y yo me dejo.