Mi muñeca chochona no era la típica de tómbola, tenía unos rizos de lana amarilla e iba de marinera pero con el uniforme en rojo en vez de azul, con lo que se llevan las rayas esta temporada podría haber triunfado si la hubiera presentado al casting de Toy Story 3.
Ha muerto en las fauces de Laika, como ahora estarán muertas mis estilosas barbies y mis barriguitas, que mi tía tuvo a bien sin mi consentimiento llevarlas a Marruecos y sentirse María Teresa de Calcuta.
Están acabando con mi infancia por momentos
A veces me guardo el móvil en uno de los bolsillos de atrás del vaquero, solo para imaginarme que me vuelves a reprender y a preguntarme si no recuerdo lo de las placas de los teléfonos que me contaste, o a esperar que me digas que no me encoja cuando escribo o cuando suena una de mis canciones en la radio (si, siguen poniendo las mismas) antes de que yo lo diga lo recuerdes tu... y así hasta dolerme que no te tenga enfrente para hacer todo más fácil.
Se sentó enfrente de mí en el autobús, el uniforme del colegio le quedaba ligeramente grande y sus rizos rubios guardaban todavía el peinado, no paraba de llorar, desconsolada, hasta con hipo y los ojitos ya rojos.
Por lo visto solía salir de las primeras de clase todos los días, pero ese día se despistó y no oyó que la habían llamado, se quedó la última y pensó que no había nadie esperándola, todavía le duraba la impresión.
Yo creo que todos hemos pasado por esa sensación de que se han olvidado de nosotros, y que a todos nos llega el momento de darnos cuenta que la mayoría de las veces no habrá nadie esperándonos a la salida
La hubiera acompañando en el llanto hasta secarme.
¡Ay María! Ayer al subir por la calle Carretas y ver aquella chica apoyada en árbol vendiendo su condición de lolita me recordó a ti, casualidades de la vida que luego en Fuencarral me crucé contigo, o con alguien que se parecía mucho a ti, y todo esa simpatía que me evocabas desde que te admiré en La flaqueza del bolchevique, por esa naturalidad que parecía que emanabas se esfumó al verte tan altiva en esos tacones que además de imposibles, eran horrendos.