Entré en el vagón del metro, y me alegré de que estuviera el sitio que me gusta libre, en la esquina mirando hacia el andén, es curioso pero cada vez me voy dando cuenta de esas manías absurdas que voy acumulando sin sentido, como rebuscar en el cajón de los cubiertos mi cucharilla favorita para darle vueltas al café, o llevar siempre preparadas las llaves antes de entrar al coche o a casa.
Me senté en mi sitio, enfrente tenía a un padre con dos niños, el mayor me daba la espalda y miraba a través de la ventana, el pequeño estaba sentado excesivamente erguido entre su progenitor y su hermano, tenía un paquete de galletas en la mano al que le estaba dando buena cuenta, cuando le miré a la cara, me encontré con su mirada, sus ojos eran negros, completamente negros, no de esos que se convierten en marrones cuando les da la luz como a los míos, tenía la expresión de abstracción de las miradas perdidas, pero tan transparente y limpia que no me importaría que estuviese posada en mí una eternidad.
Ahora me gusta buscarlas en otras personas, y me gusta pensar que solo la voy a encontrar en los que no han dejado de ser como niños.
Vuelve mensamanía,
¿Estamos preparad@s?
Nos conocimos por estas fechas, hace dos o tres años, siempre he perdido la cuenta contigo, no sé por qué pero siempre en octubre te pienso más, quizás porque despejabas estas nubes grises que tanto odio. No he vuelto a sentir lo mismo, ni tan siquiera he conocido a nadie por quién merezca la pena hacer locuras, miento, no he conocido a nadie que ni tan siquiera me haya apetecido conocer mejor.
No tengo ganas de verte, ni de llamarte, ni de ti, ya tuvimos nuestro momento, solo quería recordarte para disfrazar el día de claridad, necesito más luz.
Siete canciones y dos cigarros y no habían aparecido, yo comenzaba a hervir mi furia y para cuando había resuelto volverme a casa y meterme en la cama para intentar recuperar algo del sueño que me roba el insomnio aparecieron tan tranquilos. Entonces es cuando me ha poseído esa energúmena que me es casi imposible controlar y ahora solo puedo sentir vergüenza de mi misma.
Un corte de pelo, un corte de digestión, un corte de mangas, un par de cortes en el alma y una puntuación que no llega a la nota de corte.