El Diario no Hablaba de Ti

It's all right

Hoy quiero ser Leonor Watling y cantar It's all right toda la noche

Esta noche...

Coches de choque

¿Te acuerdas? La primera vez que monté fue en el parque de atracciones, no tenía la edad estipulada para montar en los de adultos, pero me colaste de la mano, y allí estaba yo, emocionada en mi papel de Luis Moya hasta que en un choque salí volando y me abrí la barbilla, nunca me importó, ya sabes que me gustan las cicatrices.
Con unos años más se volvió en nuestra obsesión de los veranos, esperábamos cualquier feria para hacernos los reyes del volante. Primero observábamos cuales eran los coches más rápidos y una vez libres el resto era fácil, pocas veces llevábamos copiloto, normalmente nos gustaba ir en sentido contrario al resto, esquivándolos para solo chocar con nuestros objetivos marcados, pero me gustaba más localizarte con la mirada, alcanzarte con velocidad sin que me vieras y chocar en uno de tus laterales traseros para que te deslizaras haciendo un trompo, y tras mi carcajada lo único que podía hacer era huir de tu venganza segura…
No nos hemos hecho tan mayores como para no disfrutar de esto, ¿Saco unas fichas?

Público

En las dos semanas que llevo de peatona ya he vuelto a coger soltura en los medios de transporte. Ya ando como por casa (pero calzada), ya saludo a los conductores de los autobuses, vuelvo a retomar mis asientos favoritos sin sentirme como una extraña y a recordar la mejor ubicación en el andén del metro para estar más cerca de la salida en la estación a la que vaya.
Lo que más me gusta es observar tanta diversidad de gente y sobre todo que pasen cosas interesantes. Hoy sin ir más lejos mi autobús ha cascado al tomar un resalto bastante alegre en velocidad y nos ha evacuado el conductor para que esperáramos al siguiente, lo que nos ha caldeado bastante los ánimos a los pasajeros, que siempre vamos con prisa aunque no la tengamos. Tras un par de cigarros y un par de golpes de abanico ha llegado el siguiente, que por supuesto no estaba al tanto de lo que había pasado. Y la rebelión del pueblo ha llegado cuando pretendía cobrarnos de nuevo el billete, aquello se ha convertido en un motín al que el conductor no ha tenido más remedio que dejarnos pasar para tomar asiento victoriosos a la vez que indignados... ¡Y sin contaminar!

Magia en galletas

Están en la parte inferior del pequeño escaparate, en la última balda a la derecha.
No reparé en ellas hasta hace poco, y ahora todas las mañanas espero el momento de cruzarme con ellas.
Su bandeja parece una fiesta, son redondas, y a través de sus grandes ojos en forma de arco y de su boca se diferencian las distintas mermeladas de las que están rellenas. No las he probado, tampoco quiero, no hace falta, porque lo más increíble de ellas es su sonrisa, tan amplia, perfecta y feliz que es inevitable no devolvérsela.

Muñeca

Puedes hacer que me estrelle con el coche, que me caiga por las calles, que mi salud se resienta o que mis miedos sean por una vez más fuertes que yo. Puedes ponerlo todo patas arriba y que nada salga bien. Puedes jugar conmigo, pero no con las ganas que tengo de vivir. Y aunque ahora no tenga fuerzas, no te confíes, estoy llena de buenas razones.

Vainilla

¿Y tú, a qué hueles?

Rehabilitándonos

Todas las mañanas coincidimos, estamos citados a la misma hora para hacer que podamos funcionar nuestras partes del cuerpo que por algún accidente, por antojos del destino o por la simple huella de los años no funcionan correctamente. Los gestos de dolor son frecuentes, pero eso no impide que el ambiente sea de satisfacción, de triunfo y de afán de superación, aunque los progresos sean lentos. El espíritu de estar bien lo invade todo.

¿Y el cinturón?

¿Cuántas copas hacen falta para que un lunes a las seis de la mañana tu amigo te diga que se liaría con una señora horrenda que podría ser su madre? ¿Y para que a la mañana siguiente confundan un repollo con una lechuga en el supermercado?
Si anoche lo dimos todo, ¿Qué hemos dejado para hoy?

Vacaciones que no llegan

En este verano varios han sido los viajes que he hecho al aeropuerto, ninguno para marcharme yo. Hoy al ver al gentío con maletas no he deseado marcharme yo, prefiero que se vaya el resto y que dejen Madrid desértico, siempre me ha gustado mi ciudad en este mes, aunque cada año se queda menos vacío.
La gente se sorprende porque todavía no he cogido mis vacaciones, de que ni tan siquiera tenga decidida la fecha, y a pesar de que mi mente y mi cuerpo me reclaman unos días de descanso, me siento tan perdida que no creo que sea el momento de marcharme, a lo mejor cuando todos vuelvan llega mi hora.