Pedro tiene 93 años, aunque él dice con una sonrisa presumida que tiene 91, tiene ocho hijos, que en los estrictos horarios de visita del hospital, acuden todos los días a verle, le miman, le abrazan y le besan con sinceridad.
Dice que lo que más le gusta es ir los domingos a bailar, que eso le da la vida.
Pienso en lo afortunado que es, de mayor quiero ser como él. Y no hay tiempo que perder...