Siento frío y algo de luz que se filtra por la ventana me despierta,
abro los ojos y me sorprende ver que no estoy en mi cama, me encuentro en un sofá,
llevo el vestido rojo, el que está maldito, y dos borrones de rimel por ojos.
La cabeza me va a estallar e intento recordar cuánto bebí anoche, me invade la sensación de que vuelvo a las andadas y la angustia me oprime el pecho robándome el aire.
Cojo el abrigo, me pongo las botas y me marcho, aunque no sé si quiero volver a casa.
En la calle llovizna y yo camino deprisa mirando al suelo para no cruzarme con nadie.
Intento pensar en algo que cambie el cielo cerrado.
Ojalá hoy se te ocurra llamarme.