El Diario no Hablaba de Ti

Coincidencia y confusión

Miré la pantalla y visualicé el teléfono que me llamaba, era de Valencia, o bien era Juan o Fernando, o algún trabajo que me rescatara de Madrid.
Contesté con mi típico Hola.
El.- Hola (dudando) ¿Quien eres?
No reconocí la voz masculina del otro lado.
Yo.- ¿Cómo que quién soy?
El.- Si, que quién eres.
Yo.- Vamos a ver… eres tu el que llamas así que esa pregunta te corresponde a ti responderla.
El soltó una carcajada y se calló.
Yo.- ¿Quién eres?
El.- Soy Juan.
Yo.- Tu no eres Juan.
El.- ¿Y por qué no voy a ser Juan?
Me comenzaba a crispar la sensación de que me estaba vacilando.
Yo.- Porque tu voz no es la de Juan.
El.- Pues soy Juan.
Yo.- Lo dudo.
El.- A lo mejor es que me he equivocado de teléfono. ¿Cómo te llamas?
Yo.- ¿Es necesario que lo sepas?
El.- Si.
Yo.- Vanesa
El.- Me he equivocado al marcar.
Yo.- Eso parece.
El.- Pues perdona, ha sido una agradable confusión.
Yo.- Nada, que lo marques bien, adiós.