Srta.Vainilla.- Y ahora que has hecho la comunión ¿Vas a ir a comulgar?
Nanete.- No.
Srta.Vainilla.- Entonces, ¿Para qué has hecho la comunión?
Nanete.- Para ver si podía creer en Dios.
Desde la ventana esta habitación las luces tiritan alrededor de mi cintura, la luna reina de color oro, a juego con mi mágico cinturón de destellos, las nubes la envuelven como si fueran satén, diría que parece una majestuosa novia, pero nunca será así porque nadie estará a su altura. Sentada en la cama, me tapo con la sabana imitándola, por un momento pienso que me gustaría estar en la planta veintidós para tener la ciudad a mis pies, aunque seguramente me sentiría incómoda, demasiado ostentoso. Ha sido un día bastante duro, pero tengo la gran satisfacción de que al menos hoy las cosas han salido bien, hace tiempo que no tengo esta sensación y que mis ojos no se fijan a través de las ventanas, que tonta, porque solo con disfrutar de lo que estoy viendo me considero una tía con suerte.