El Diario no Hablaba de Ti

Resoplidos sin soplar

El domingo volviendo a casa por la Av. de los Poblados sobre las tres y media de la mañana circulaba alegremente subidita de velocidad y de cervezas en sangre cuando casi me da una muerte súbita al ver dos vehículos de la policía impidiéndome el paso.
Frené, no tan discretamente como hubiera querido porque sigo justita de pastillas y el chirrido se hizo demasiado evidente.
Bajé la música y mis latidos aumentaron su frecuencia, respiré hondo e intenté poner cara de gilipollas, cosa q no me fue difícil, ya que mis progenitores me la encargaron de serie.
Bajé la ventanilla y le di las Buenas Noches al Señor Agente, me devolvió un saludo áspero y sin darme explicaciones dirigió su mirada al interior del coche, cuando comenzó a rodearlo recé para que la mugre que porta la luna trasera no le permitiera ver que llevaba la L retozando por la bandeja. Funcionó, se volvió hacia mi ventanilla cuando yo ya respiraba como si tuviera contracciones, y volví a rezar para que no me hiciera soplar (que conste en acta que no iba perjudicada, pero dar positivo con un límite de 0,3 se puede hacer hasta oliendo el tapón de la botella), pero volvió a funcionar.
Me hizo un hostil gesto para que siguiera circulando, respiré aliviada y le sonreí hasta enseñarle las muelas del juicio mientras me prometía a mi misma llevar una vida “Sin”.